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Aunque la amenaza del presidente Donald Trump de “deportaciones masivas” sigue siendo incierta, hay algo que es seguro: el país está nervioso, tanto que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días expresó su preocupación por los “complejos desafíos y dificultades que enfrentan ahora los miembros que son inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos” y describió pautas que deben seguir los líderes laicos locales.
Abundan las preguntas: la fe mundial enfatiza la obediencia a la ley, pero ¿cómo se condice eso con su deseo de mostrar compasión a todos los hijos de Dios y mantener unidas a las familias? ¿Y hasta dónde debe llegar una iglesia, con una rica historia de inmigrantes, en apoyar o resistir una represión generalizada?
A continuación, se incluyen extractos ligeramente editados del podcast “Mormon Land” de The Salt Lake Tribune con Sam Brunson, un profesor de derecho Santo de los Últimos Días que ha escrito recientemente sobre el tema, y Erikala Herrera Ureña, una inmigrante Santo de los Últimos Días de la República Dominicana que vive cerca de Atlanta y ahora es ciudadana estadounidense.
Erikala, ¿cómo llegaste a los Estados Unidos y qué se necesitó para convertirse en ciudadana?
Herrera • Llegué aquí cuando tenía 15 años, alrededor de 2006. Mi tía se casó con un ciudadano estadounidense, luego solicitó la ciudadanía para mi abuela y mi abuelo. Mi abuelo falleció una semana antes de [su] entrevista. Era un poco incierto lo que sucedería con el caso. Pero permitieron que mi abuela viniera sola. Después de eso, solicitó la ciudadanía para sus 12 hijos más. [Finalmente], vinieron todos mis tíos y tías, luego fue el turno de mi mamá. Ella ya nos tenía a nosotros —cuatro hijos— y felizmente, obtuvo la aceptación para que todos pudiéramos venir juntos. Cinco años después, pude solicitar la ciudadanía. Este país ha sido una bendición para mí.
¿Eres Santo de los Últimos Días cuando llegaste?
Herrera • No, me uní hace unos 10 años por mi hermana.
¿Hay mucho miedo en la comunidad en este momento entre tus amigos inmigrantes?
Herrera • Sí, mucho… Hace cinco días tuve que sentar a mi hija y calmarla, porque estaba asustada. Decía: “Mamá, no quiero ir a la escuela. Quiero quedarme en casa porque no quiero que nos separemos”... “No tienes que tener miedo. No tienes que hacer eso”, le expliqué. Pero fue tan difícil… Tuve que dejar de ver las noticias con mis hijas porque tienen este miedo de ir a la escuela.
¿Qué efecto, si es que lo hay, Sam, está teniendo esto en tus congregaciones de Santos de los Últimos Días en Chicago?
Brunson • En el barrio al que asisto, hemos tenido, durante los últimos dos años, muchos refugiados e inmigrantes venezolanos y latinoamericanos. Hablando con algunos de nuestros amigos —que están aquí con estatus legal de refugiados desde hace cinco años— el padre tiene miedo de dejar salir a su hijo porque no quiere que lo arrastren, accidental o deliberadamente [en redadas de deportación]. … Estos miembros inmigrantes han sido una parte fundamental y vital de la congregación. Son una parte importante de la vida de la iglesia aquí. Participan. Pagan el diezmo. Hemos tenido maravillosas celebraciones de vida con ellos. Esta idea de que tienen miedo y que ni siquiera pueden asistir a la iglesia es perjudicial para ellos, para mí, personalmente, y para la iglesia.
¿Qué le preocupaba de las directrices de la Primera Presidencia gobernante para los líderes laicos en relación con los inmigrantes indocumentados?
Brunson • Anteriormente, la iglesia proporcionaba cierta cantidad de vivienda y otra asistencia a las personas que la necesitaban, independientemente de su estatus migratorio. Estas nuevas directrices dicen que cuando un obispo “tiene motivos para creer que alguien es indocumentado”, no debe proporcionar asistencia de vivienda o una asistencia limitada, no debe proporcionar transporte y no debe proporcionar recomendaciones de trabajo. La iglesia dice que está haciendo esto para limitar la posible responsabilidad penal de los obispos y de otros líderes de la iglesia que brindan este tipo de atención. Si continuara con la antigua política de simplemente brindar ayuda, entonces no habría ninguna razón para que un obispo supiera o sospechara que alguien era indocumentado. Por lo tanto, sugiere, al menos accidentalmente, que deberíamos estar haciendo perfiles basados en categorías raciales, lo cual no es bueno.
Herrera • Sí, los perfiles duelen. Justo ayer estábamos tratando de comprar un sándwich de cerdo desmenuzado en un restaurante. Estábamos esperando en la mesa nuestra comida, y entraron estos cuatro hombres y se sentaron un poco al lado nuestro, frente a nosotros, y cuando recibimos nuestra comida, escuché que uno de ellos le preguntó al otro: “¿Ya llamaste a ICE [Servicio de Inmigración y Control de Aduanas]?” Y él dijo: “Sí, lo hice”. Yo era la única persona allí que podría pensar que no era ciudadana estadounidense. Así que duele.
¿Cómo puede la iglesia sostener la ley y también ayudar a sus miembros indocumentados?
Brunson • Hay algo más en sostener la ley que simplemente obedecerla. Si miramos al Dr. Martin Luther King, existe la idea de que queremos una “ley justa”, y a veces para que la ley sea justa, tenemos que oponernos a ella. La iglesia tiene una historia de hacer esto con éxito y sin éxito. Jesús, a través de sus parábolas, nos dice que aquellos que no sostienen al extranjero van a estar a su mano izquierda, y esa no es la mano derecha en la que se debe estar. Creo que la iglesia puede decir legítimamente, al menos dentro del contexto de la religión, que estas leyes que criminalizan la ayuda a los inmigrantes son inconstitucionales. Infringen profundamente creencias religiosas importantes. El país tiene la capacidad de promulgar leyes que creo que son malas, pero las iglesias están en una posición especial… Si [las leyes de inmigración] fueran desafiadas, no estoy seguro de qué administración realmente quiere ser vista como invadiendo una iglesia y encarcelando a clérigos cuyo delito es ayudar a las personas necesitadas.
¿Están equivocados los Santos de los Últimos Días que apoyan la deportación de inmigrantes indocumentados?
Brunson • Sí… Hay razones legítimas para estas leyes. Yo diría que los miembros de la Iglesia, de buena fe, con buena conciencia, pueden apoyar las leyes de inmigración y las restricciones a la inmigración. Pero no creo que con buena conciencia podamos llamar a ICE contra nuestros compañeros de congregación. No creo que podamos ser salvos si lo hacemos. Eso va directamente en contra de los mandamientos que Jesús ha dado en el Nuevo Testamento, que los profetas han dado en el Antiguo Testamento y que los profetas han dado en el Libro de Mormón. Hay una solicitud especial por los inmigrantes en básicamente todas las Escrituras.
¿Qué le gustaría que hiciera la iglesia para ayudar a sus inmigrantes?
Herrera • Creo que la iglesia debería luchar un poco más, hacer más resistencia por nosotros y por todos. No es sólo por nosotros los inmigrantes. Es por todos.
Brunson • Mi lista de deseos incluiría dos o tres cosas. Una sería revocar esta política de la semana pasada y volver a su política anterior de ayuda sin tener en cuenta el estatus migratorio. Eso sería mejor para los inmigrantes y para el liderazgo local. La segunda cosa es que me gustaría que se unieran a los cuáqueros en su desafío a esta revocación de la política de espacios sensibles [sobre la base de la libertad religiosa]. Y luego la tercera cosa sería emitir una declaración condenando la xenofobia y el racismo hacia los inmigrantes en general y/o sobre la base del estatus migratorio.
Para escuchar el podcast completo, vaya a sltrib.com/podcasts/mormonland. El podcast está en inglés.
Traducción por Elias Cunningham.